jueves, 19 de julio de 2007

SEA PACIENTE...RESPETE SU TURNO

Doblo a la derecha según la indicación y me encuentró con una pecera ocre. Todos me dan la espalda, parecen seres sin rostro de una película clase b. Me acerco al mostrador colocado en frente de las 6 hileras de asientos.

-Tengo turno con el doctor Moreno –digo a la empleada que charla en voz baja con alguien del otro lado de la línea.

- Sentate y espera. Tenés el bonito, no?

Le muestro un papel que fue verde ante de los 25 pliegos. La empleada nunca más me volverá a hablar.

Me siento en la tercera fila entre un gordo que repira por la boca y unas viejas con sendos batidos en el pelo. Parece que a una le van a apuntar el ojo por el espamento.

Inspecciono hacia mis lados, mido las distancias y pongo mi pie a resguardo para lo cual intento correr la silla hacia delante. Con un seco movimiento genero un sismo en toda la fila y las miradas me llaman al orden.

Frente a nosotros dos televisores. El de la derecha muestra una novela que trascurre en un hospital, valga la redundancia. Pero las enfermeras lucen más perras y la sala de espera esta vacía.

En el otro, sobre la inocua cabeza de la empleada, se muestra un listado de nombres y apellidos en letras blancas. En el tope superior cada tanto titila en tipografía llamativamente mayor un “Lambere 6 o “Castelli 4. El rojo furioso se me hace de placa de Crónica. Recuerdo la única vez que fui al Hipódromo de La Plata y perdí todo. Se me viene Hemingway a la mente y pienso lo que él pensaría de este lugar. Miraría a todos en paciente espera…¿Espera para qué? se preguntaría. Y creo saber la respuesta. Todos esperamos lo mismo, escribiría. Pero yo no lo hago porque él es él y todos sabemos como terminó.

1 comentario:

kubilai dijo...

el que espera desespera