lunes, 16 de julio de 2007

Asunto: Saltando en una pata!

ADVERTENCIA: CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA CASUALIDAD



Hoy salí por primera vez después de dos días en el infierno que estuvo en verdad encantador. Bajo un estado comatoso provocado por una dulce sobredosis chocolate con yogurt de frutilla (Chupate esa mandarina, Moretti) y antiinflamatorios que me recetó el cuñado político de un clown de la ciudad recorrí feliz las veredas destartaladas camino al hospital.
Hace un rato una amiga me tiraba una de esas frases de ocasión… “vos ponés un circo y te crecen los enanos” Por demás ocurrente y largo la carcajada porque es verdad. Aunque haya evitado el circo, habiendo ido premeditamente sola a la guardia, me crecen los enanos sin poderlo evitar. Para cuando me quise acordar la función del sábado estaba por comenzar acompañada de una domadora a mi lado vigilando que cumpliera con rigor una rutina de la que no soy capaz. Seguida de una comedia de enredos por celular con gente que me hablaba de planes pautados la noche anterior en el devenir del alcohol. (Pero te rompiste ayer en el pogo?) Y gente que entra a la carpa aunque sea por curiosidad. Dicen por ahí, la función siempre debe continuar.
Hoy salí por primera vez después de dos días en el infierno y volví con resignación como siempre se vuelve a él, por más encantador. (“Olvidate de bailar mínimo por un mes”, me dijo el cuñado político de alguien que no conozco y me hizo llorar) Pero no doctor, no me puedo olvidar. Aunque me encierre en casa y por más que arme con cuidado la playlist del winamp, las caderas se empiezan a mover y ambos sabemos que cuando eso sucede trae cola. Entonces me doy la libertad condicional de deslizarme disimuladamente del puff y sin que nadie me vea contonearme hasta el horno pretendiendo poner agua para el mate y nada más.

(Cómo andas? Saltando en una pata! Y bien sabes que no miento. Porque si la dificulta es el tema, entre cuatro paredes es pasatiempo, obsesión y entretenimiento. Entonces la cadera derecha se escapa del puff y busca reconciliarse con el suelo frío e indiferente. La curva de la espalda acepta la caricia de la cuerina hasta que no da para más y despierta la conciencia en sobresalto.)

p.d: gracias niños y niñas por estar. Por siempre suyo, Carlitos Bala.

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