martes, 18 de diciembre de 2007

todo un viaje

Me conmueve lo que le pasó a Mariana de Melo. Sí, amigo incrédulo que seguro está pensando en que tras esa afirmación vendrá otra llena de sorna, me conmueve en el completo sentido de la palabra. Me inquieta, me altera, trastorna. En general me sucede con ese tipo de accidentes y todas esas cosas que vienen después.
La otra tarde con una amiga llegamos a la conclusión de que existe dos tipos de persona: aquellas que piensan en la muerte cotidianamente y las que no. Así en un acto sencillo de jerarquización, organizamos el mundo cerveza en mano mientras unas hormigas nos caminaban sobre los pies.
Todo surgió de la proximidad de un nuevo embarque en un micro de larga distancia. Uno más en esto 6 años de idas y vueltas.
- ¿Te sigue pasando eso cada vez que te subís?- me dice mi amiga que como buena comunicóloga piensa que si no lo enuncia no existe.
- Qué, lo de la muerte.
- Sí, eso.
Resulta que hace dos o tres años tuve la pésima idea de contarle que cada vez
que viajo a mi ciudad natal hay cinco minutos entre que me senté en la butaca y me dejó estar en que dialogo con la muerte.
Algunos dirán que es por la asociación del viaje con “EL VIAJE”. Pero no simplemente me refiero que me pregunto que pasaría si muriera en la autovía 2 kilómetro sarasa. No es una idea angustiosa, en mi imaginario la muerte es un fuera de campo y mi persona una voz en off.
Al principio veo mi foto de egresados en el noticiero de Telef.é sobre un fondo azul. Plano pecho, la sonrisa a media asta y el peinado de caniche rabioso. Luego pegado la declaración de algún ex profesor, con voz entre cortada, aclarando que mucho en lo personal no me conocía pero aún conserva el recuerdo de mis atentas participaciones en clase. “Tenía un inmenso porvenir”
En la edición vespertina, canal 13 saca a relucir un móvil con el presunto novio no reconocido. Juro que se escucha el grito desde el más allá cuando la cámara enfoca a aquel filo de una noche devenido en amante desconsolado. “Apenas dejen de filmar me lo llevo puesto al más allá”
Y después como corolario del circo, una cascoteada Catalina Dugli leyendo a cámara algún texto de mi autoría justamente olvidado en alguna carpeta de Mis documentos. Conseguido a costa de crisis nerviosa de sus productoras que se renuevan cada dos meses.
Así, en ese mar de calamidades me imagino mi yo despegándose cada vez un poco más de mí. Sin poder ver a los que me quieren, con un gran insatisfacción.
Entonces me doy cuenta que no, que así no deberá ser. No tendré una muerte tan clishé. Algo en el medio debe pasar y eso me gana tiempo. Sin más me relajo, feliz y contenta de ver una nueva película clase B en la autovía 2.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Jajaja! Me río porque no los conozco"
Homero Simpson dixit, mientras miraba un video de accidentes de transito, en un intento de concientización sobre los mismos.
Qué gran y efectiva manera de demostrar el morbo del ser humano...

Danhy dijo...

Tal cual...hablando de morbo: quién no se acuerda de las botas texanas de Rodrigo? Mi dio´!

Gracias por estar al pie del cañón, pensé que me habían dejado sola!!!!
jajaj