martes, 1 de enero de 2008

FLASH BACK

Si mal no recuerdo era septiembre pero en ese monoambiente el calor se vivía desde agosto. La persiana de plástico blanca cubría la puerta ventana, única salida al exterior, plegada lo suficiente como para dejar entrar una brisa esporádica. Él seguía en bolas aunque ya no pegoteado de transpiración deambulando lo que la casa le permitía. Del baño a la cama.
- Che, puedo ver las fotos de la cámara?
- Si, chusmea tranquila. Las primeras son de la muestra de fin de año de mis alumnos en el Malvinas.
Él pensaba que la impronta de profesor lo hacía más seductor, a mí me daba lo mismo. Digamos que en ese tiempo todo me daba lo mismo.
- Eso es en el dpto. de mi hermano, ahí estamos en la recibida del inglés... En esas estamos yendo a Capital para el cumple de la flaca…Te conté de la flaca? Es una mina que laburaba conmigo hace unos años….
Discurría la biografía de la flaca mientras en la cámara se sacudían imágenes de diafragma muy abierto. La luz eléctrica tamizada por el obturador daba esa tonalidad amarilla a las cosas que simula movimiento. Vasos de una mano a la otra, abrazos, risas y besos. De una casa a la otra, del auto al recital, del interior al exterior. Por ahí algunas fotos solo.
- Sabés que descubrí mirando las cámaras ajenas....- dije sin importar la interrupción de su relato - Ojo de la cámara mediante, la vida es sólo una sucesión de momentos felices. Claro, a nadie se le ocurre sacarse una foto después de terminar una relación o cuando se levanta con resaca a la mañana siguiente. Es la ilusión del videoclip al alcance de todos.
Cuando me callé, me miró un largo rato. Y dijo:
- No sé. Yo siempre la paso bien, en sí soy feliz.
Levanté los ojos de la pantalla, me di cuenta que hablaba en serio y que por sobre todas las cosas no funcionaría. Creo que él vio lo mismo en los míos porque nunca volvimos a llamarnos.

Antes de ayer chusmeaba un suplemento de fotos en un diario nacional entre las cuales se destacaban los anunciantes. Y ahí no más al ladito de la foto de un choque fatal estaba Agustín Pichot con su inconfundible sonrisa. Era la propaganda de la nueva sony cyber shot. Una cámara que hasta que no detecta una sonrisa no dispara. Extrañamente me acordé de él y su mecanismo de felicidad asegurada. Hay que disparar antes de que las sonrisas se conviertan en lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te agarraste a macloulin?