viernes, 14 de noviembre de 2008

LA PERLA

Es octubre y camino por la vereda en sentido contrario de los autos que emanan música y gases. Sin embargo se respira un aire dulzón como de flor de tilo en estado de putrefacción junto al cordón de la vereda; me lo figuro como el perfume barato que describen los autores del policial negro. Son las siete de la tarde en la ciudad de cuadratura perfecta y termina un día más dentro de tantos otros que se asemejan, pero la sangre circula con una sutil frescura de menta. Aún está caluroso y a cierta distancia la avenida que parte al medio la ciudad está abierta como invitando a su paso; la ciudad se pone muy puta con la primavera.

Algo en su jovialidad prostibularia invita a la noche, el ruido y el alcohol. De las puertas tamaño xls se descuelgan estudiantes primer año con las alpargatas hechas girones. Birra en mano, el pelo crecido y la barba cubriendo un blanco libro en su piel. Me imagino que sus suspiros huelen a tabaco y mate; aroma de final.

Todo en esta, una de mis dos ciudades, me remite a un gran escenario lleno de personajes de cartón y tempera. A figurita repetida y comedia de enredos. A comedia juvenil de montaje barato y actores treintañeros en roles adolescentes. Y la verdad que me encanta.




En esta, la otra de mis ciudades, entrar por la puerta trasera no es una gran idea. La rotonda de constitución en su oscuridad amenaza con su vocación de escenario de violación furtiva. A medida que el taxi avanza las luces de neón de los bares mezcladas con las cruces gigantes y verdes de las farmacias me ensueñan con un las Vegas de cartón pintado. Y no puedo en todo el viaje dejar de ver los fantasmas de las cosas que ya no están. Terrabusi, la vaca milka, el Enterprise, el Enterprise…

De día el sol te come la cabeza y con rigor marcial te sacude en la cama un mazazo a la nuca. El calor se cuela por las hendijas y te cambia el uniforme de la rutina. No hay una sola palmera que haya quedado viva pero el tiempo tiene una calidad División Miami que espanta. La gente se pone el liencillo y abona a los colores claros amalgamados con sus pieles dispuestas al bronceado de propaganda. Es octubre y reina un aire de vale todo en esta ciudad costera. Las calles se llenan de marplatenses que las recorren para en otoño ser olvidadas. Sonríen de cara al sol y ventilan la ropa de verano con moho y naftalina. Acá ya estalló el verano pero los medios no se anoticiaron. En el fondo tienen la verdad revelada y disfrutan por anticipado. En verano no tendrás vacaciones, pero simularas relajo; no serás turista pero pagarás como tal.

3 comentarios:

Grecia Strawberry dijo...

pasaba a saludar. No sabés lo que ha sido esta semana en la infeliz.
Besos!
Gr Str

Anónimo dijo...

maravilloso este txt

Anónimo dijo...

se la extraño en esos dias en la otra de sus ciudades. Muchiiiiiiooooooo....jaja. Besos