miércoles, 26 de diciembre de 2007

(Crónicas de la feliz 1)

I´m the walrus
º
Detesto dormir la siesta y de hecho salvo, contadas excepciones, no lo hago. Pero indefectiblemente después de un viaje de larga mi madre me suele decir con ese tono tan evito la confrontación “por qué no te tirás un rato?”
Es cierto que arribo casi siempre dormida y con un humor que se asimila al gusto pastoso y reseco de los fumadores por la mañana. Suele pasar que el día anterior del viaje salí, fumé y me emborraché en ese orden. En el territorio familiar, calavera no chilla entonces más vale que sonrías o te duermas una siesta. La sugerencia logra ahondar un poco más en el malhumor. Hasta la perra deja la pelota de tenis a mis pies y en busca de algo mejor.
Superar el jet lag del viaje en este caso me llevó un pan dulce, dos películas malas de cinecanal, repasar el final de “Escuela de Rock”, una vuelta en el parque descalza y tres termos de mate.
Recién al día siguiente los líquidos corporales se estabilizan que no por nada se llaman humores y el teléfono vuelve a sonar a razón de un llamado cada media hora. Ellas, mis amigas conocen a la perfección mi estrés pos viaje. La mano viene de previa y salida como para entrarle con ganas a una temporada que se presenta rara y confusa. 14 grados en pleno diciembre. (Unahijaputez)

En sí que cuatro chicas pidan comida a esta altura del mes, de la vida y las circunstancias debería ser motivo de vergüenza. Ahora que pidan a una rotisería que se titula “El lechón rengo” es completo desparpajo. La charla no dista mucho de lo estereotipado por cualquier serie televisiva: histeria, fútbol & sexo.
- Ese viene comiendo pasto hace un año. Loco, mandale roja por acumulación de amarillas!
Durante el día no noto el cambio geográfico. Aunque la noche hace la diferencia y a las 12 del domingo se da por finalizada la previa cuando suena el portero. Desde el palier veo tres autos estacionados cual flota de remises preparados por el equipo de “Enchúlame la máquina”. Mar del Plata debe ser una de las ciudades con más venta de autos de dos puertas, pienso mientras me subo al gris, y una mina de oro para los tipos que los bajan. En un grupo de amigos constituido por cinco individuos, de mínima dos tienen auto. (Datos arrojados por la experiencia personal) Y no deja de asombrarme que así sea.
La Feliz se caracteriza por ese tipo de fenómenos inexplicables, tómese nota el crecimiento a mediado de octubre/principios de noviembre de rubios símil alemanes producto de la parafina. O de…pero es domingo, llegamos a Alem y caemos en la cuenta de que todos los bares están cerrados. Pequeño detalle al día siguiente es navidad y hay reserva de alcohol. (Navidad de reserva). Lo curioso es que del amplio grupo que somos, ninguno sale al otro día lo que denota un cambio de hábitos en la población o que estamos hechos mierda.
Entramos al único lugar abierto y con un flaco flasheamos con los años 30 clima de veda de alcohol. Todos revueltos y amuchados. Paneo la barra y entro en duda si están filmando un video de Dante Spinetta o si en el tiempo que no estuve se pusieron de moda esas gorras tan espantosas. En este mini Bronx improvisado está colmado de hombres y las pocas minitas que hay bailan cerca de la puerta del baño. Aunque usted no lo crea en este barrio suena el tema de Samantha (la que toda la noche se la banca) y el hit de los noventa es bien festejado. Nos bajamos de toque la cerveza y encaramos para la pista a hacer frente un Vilma Palma e Vampiros o alguno de Jordi y el dj no nos defrauda con su lógica menemista repasando los hits navideños de hace 13 años.

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