Doblo a la derecha según la indicación y me encuentró con una pecera ocre. Todos me dan la espalda, parecen seres sin rostro de una película clase b. Me acerco al mostrador colocado en frente de las 6 hileras de asientos.
-Tengo turno con el doctor Moreno –digo a la empleada que charla en voz baja con alguien del otro lado de la línea.
- Sentate y espera. Tenés el bonito, no?
Le muestro un papel que fue verde ante de los 25 pliegos. La empleada nunca más me volverá a hablar.
Me siento en la tercera fila entre un gordo que repira por la boca y unas viejas con sendos batidos en el pelo. Parece que a una le van a apuntar el ojo por el espamento.
Inspecciono hacia mis lados, mido las distancias y pongo mi pie a resguardo para lo cual intento correr la silla hacia delante. Con un seco movimiento genero un sismo en toda la fila y las miradas me llaman al orden.
Frente a nosotros dos televisores. El de la derecha muestra una novela que trascurre en un hospital, valga la redundancia. Pero las enfermeras lucen más perras y la sala de espera esta vacía.
En el otro, sobre la inocua cabeza de la empleada, se muestra un listado de nombres y apellidos en letras blancas. En el tope superior cada tanto titila en tipografía llamativamente mayor un “Lambere
1 comentario:
el que espera desespera
Publicar un comentario